28 de julio de 2011

Las desinversiones exitosas

IESE Insight - Desinversiones exitosas

Esta ilustración, ya hace unos meses que la hice. Fue para la revista IESE Insight, de Barcelona,sobre economía. La verdad es que cuando el bueno de Santi me lo propuso no vacilé, cuando sí lo hice fue cuando me dijeron lo que tenía que ilustrar. Desinversiones exitosas fue el nombre que me dieron como referencia a un artículo que aún no estaba escrito. Total, tras varias propuestas basado en sus peticiones aceptaron la que menos me gustaba, obviamente, dentro de las que me gustaban, claro. Cosas que siempre pasan en estos casos.

Como no sé si puedo publicar algo más, página en la que parece y esas cosas, por lo del copyright. Tendréis que conformaros con eso, y los que puedan conseguir la revista ahí me cuentan. En lo personal quiero creer que se verá mejor impresa que en pantalla, así me pasó cuando la imprimí para mi libreta de trabajo.

Le tengo que dar las gracias a Santi por pasarme el trabajo :-)

27 de julio de 2011

La oscuridad

 Cuando la luz se apaga, la oscuridad enciende al mundo.

25 de julio de 2011

El reencuentro de un beso

Se cruzaron por la calle después de varios años tras su último adiós. Ambos avanzaron varios metros y se detuvieron, volviéndose a la par. El asombro fue mutuo, pero grato de cualquier modo. Sonrieron. Él, observó que seguía igual de bonita que siempre y se lo hizo saber. Ella le dijo que lo veía muy cambiado. Él respondió que su viaje había resultado muy duro, que la soledad le había curtido. Ella le miró con pena y admiración. Él sonreía con un rostro que ya no era como el de aquellos tiempos. Ella le dijo que quería hacer algo, pero temía hacerlo. Él, con su sonrisa y su rostro tranquilo, dijo que lo que fuera por lo que fueron, que no temiera. Ella le sonrió, se acercó y lo besó. Él la besó. En ese instante, el tiempo se detuvo. Todo se detuvo. La gente dejó de andar y se quedó admirando la escena. Los autos se detuvieron. Las palomas y gorriones comentaban desde las ramas de los árboles y los salientes de los edificios. El beso lo inundó todo. El calor se esparció por el mundo. Detuvo el tiempo, y las guerras, y las discusiones, y los llantos, y los despidos, y las crisis. El beso se hizo con el mundo. Y lo que el mundo recuerda, es el despertar abrazado de él con su mano en el vientre de ella, y de ella el calor del cuerpo de él protegiéndola.


Esto se me metió en la cabeza y no había forma que me dejara dormir. Quizás no quería que se fuera. O quizás no quería irse  sin dejar su huella. No tengo idea de nada, sólo sé que tengo insomnio y después de haber escrito esto, aún no se me ha ido... Algo en mi cabeza no anda bien.

24 de julio de 2011

Autopsia de un guayabo

No había disparado el revólver, pero sus sesos estaban desparramados por toda la estancia desde hacía rato.

20 de julio de 2011

Ginger y el pez globo

Ginger y el pez globo

A Ginger ya pocas cosas la lograban sorprender.

A sus trece años disfrutaba subir al tejado y sentarse a observar el mundo, cerca del mar. En la distancia podía ver su mundo, el que ella entendía como normal, sólido, imperecedero. Prefería subir en las mañanas que en las tardes, decía que el mundo es más bello cuando le ves abrir los ojos y limpiarse con el agua del rocío.

Sentada, mirando alrededor de la colina en la que se encontraba su casa, la zona más alta de la ciudad, veía como todo se abría al mundo como las flores en la mañana.
Así, poco a poco, se empezó a despertar su universo. El cielo acuoso empezaba a aclararse, a abandonar los tonos azules oscuros de la noche por otros más claros caminando hacia los turquesas. Y lentamente los peces celestes comenzaban a surcar los mares del cielo. El sol, limpio, salió de la oscuridad de la nocturna mar y empezó a repartir su calor erizando las mejillas de Ginger. Ella se las acarició y sonrió.
El propio vapor del sol producía centenares de arco iris multicolores que se extendían sobre el ancho y vasto mar, más aturquesado por momentos. La ciudad y sus habitantes despertaban abriendo las ventanas de sus casas o estirando los brazos hacia el cielo recibiendo el nuevo día desde su balcón.

Poco a poco las burbujas que velaban la intimidad de las casas se rompían y de ellas surgían las personas que en ellas habitaban. Y como era costumbre, por ser verano, esposos de sus esposas salían a trabajar, hijos de sus madres salían a jugar, hermanos de sus hermanos salían a hacer los recados, las novias de sus novios se despertaban al verse en la cafetería, y así todos empezaban su día.

El cielo ya se encontraba totalmente turquesa, era alrededor de mediodía, y éste ya se encontraba lleno de todo tipo de habitantes del mar-cielo: cetáceos, siluros, vivíparos, carácidos, anabántidos, cíclidos, y varios centenares más. Ginger miró hacia arriba. El cielo estaba a un palmo de su nariz, llegados a ese momento siempre recordaba porqué las casas no podían tener más altura. Se quedó atónita, como siempre, mirando el cielo-agua. Mirando su reflejo, esperando en vano que le cayera, aunque fuere, una sola gota. Nunca pasó. Al salir de su absorta mirada se descubrió siendo absortamente observada por un espantado pez globo. Ninguno de los dos se movió. Finalmente el pez se relajó, quitó su cara de espanto, que era realmente lo que tenía tensa a Ginger, y la sonrió. En el mismo acto se acercó a la tierra para comer algo de plancton.

Ginger se quedó unos segundos mirándolo, pensativa. Despertó de su pensamiento con una sonrisa de idea genial.
Comenzó a deshilachar un hilo de su suéter, que le andaba molestando desde hace unos días, procurando esta vez de no romperlo, tratando así conseguir la mayor cantidad posible. El pez globo se quedó mirando con curiosidad. Con el hilo en las manos se enderezó e hizo algo que nunca nadie había hecho: metió las manos en el cielo-mar.
Era agua, el cielo, definitivamente, era agua. El pez globo, sin razones para asustarse, se quedó mirando expectante. En lo que Ginger con cuidado y picardía anudó el hilo a la cola del pez globo, éste al notarlo se infló con cara de espanto pero sin sacar las espinas. Ginger sonriente sacó las manos del cielo, y al tenerlas nuevamente afuera se percató que ya no existía la sensación de la cálida humedad, de que sus manos y brazos estaban completamente secos. Ello no la distrajo mucho y miró al pez globo sonriente tomando todo el montón de hilo que había podido reunir en la mano. Se sentó nuevamente.

En la distancia, en las afueras de la ciudad podía ver a un grupo de chicos y chicas de su edad formando un círculo entorno a algo. Ya cansada, y habiendo visto ya el despertar del mundo, se dirigió hacia allá con su pez globo tomado de un hilo.

Todos vieron llegar a Ginger con hilo que se elevaba hacia el cielo-mar, y entre exclamaciones y asombros se distinguía al pez globo. Pronto salieron de su sorpresa y le pidieron a Ginger que fuera a ver lo mismo que ellos miraban.

Ginger, con calma, se abrió paso entre la gente hasta llegar, finalmente, al centro del corro que se había formado. Un fino hilo de agua caía del cielo-mar a tierra y creaba en el suelo un patético riachuelo. Ginger, se encaró al evento y puso la mano sobre el chorrito de agua. Era la misma sensación que cuando anudó al pez globo. Al retirar la mano, ésta estaba seca de igual forma que la última vez. De repente el ruido de una enorme burbuja de aire se introdujo en el cielo-agua, y acto seguido el chorro de agua comenzó a aumentar de tamaño y en cantidad. Todos los presentes, alarmados, salieron ahuyentados por el evento. Ginger se quedó. Empezó a notar cómo, lo que era el patético riachuelo ahora ya era algo mucho más grande que la mantenía en tierra y alejaba su cielo-mar de ella. Apretó con fuerza el hilo entre sus dedos, pero el pez globo también estaba asustado y el cielo-mar se lo llevó.
Ginger se quedó mirando desconsolada cómo su mar de agua se alejaba más rápido de lo deseado. Y con el su pez globo, llevándose con él toda su inocencia.

Con el agua por las rodillas, se arrodilló abatida y unió sus lágrimas con el río que sería su vida.

16 de julio de 2011

La timidez de la belleza

La noche era cerrada, tanto, que los helicópteros, en vano, buscaban a la luna sobre el impenetrable cielo con sus focos de juguete.

13 de julio de 2011

Veranos

Saltó, y las niñas salieron corriendo.

11 de julio de 2011

El sueño de Federico Trujano y las mariposas

Federico Trujano tuvo un sueño.
Era verano, se encontraba en un tiempo futuro, cuan futuro no lo recordaba. En el sueño se encontraba en un claro, en una pradera que era también una playa. De repente sintió un nudo en el estómago y acto seguido le empezaron a dar arcadas, no obstante su cuerpo no se movió ni arqueó, sino que miró al cielo y empezó a vomitar cientos o miles de mariposas monarcas, apolo, macaón, de todo tipo, de todos los países. Cuando hubo sacado la última de todas de su estómago, ya vacío, cayó arrodillado. Respirando agitado y babeando, por el esfuerzo, empezó a apretar con gravedad su muñeca, después su antebrazo hasta terminar en su brazo y hombro con un dolor de mil finas agujas clavándose. Federico Trujano sufrió en ese momento un ataque al corazón. En ese mismo sueño, y como respuesta al dolor, con el torso al aire se abrió el pecho con sus propias manos y acto seguido se sacó aquello que le impedía estar bien. El corazón.
Dos días después, Federico Trujano, despertó en la cama del hospital con un marcapasos como corazón.

4 de julio de 2011

Geisha Hipster

Geisha Hipster
Pasa con el tiempo que las cosas dejan de verse menos grises. Esta ilustración es un ejemplo de ello. Esta ilustración, soy yo, bueno metafóricamente hablando, claro. La imagen en cuestión fue hecha para algo que al final no surgió (cosa que me emputó bastante por el hecho de que era un proyecto del estudio en el que trabajo y a la cual le invertí de mis horas libres para entregar a tiempo), así que decidí terminarla con mi acabado personal, luego me informaron que se iba a emplear para otro proyecto (no me gusta que hagan esas cosas con mis ilustraciones, pero ya qué) así que con razón de más quería hacer mi versión. Cada vez veo más claro que soy más artista de lo que creía, cosa que me dejó perturbado porque el hecho en sí contradecía mi postura que siempre defendí a capa y espada. Con el tiempo me he vuelto más terco, eso no me sorprende, tampoco me sorprende que cada vez sea mejor en esto de la ilustración para servir a menos de medio tiempo en la tarea. Pero me sorprende darme cuenta de repente. Últimamente estoy pensando mucho en cosas así, aún estoy en el momento de decidir mi camino, y se aproxima el momento de hacer el volado: Águila o Sol (lo que viene siendo, Cara o Cruz). Se aproxima ese momento en el que todos toman la verdadera decisión que marca una vida (yo ya llevo de esas unas cuantas, pero se acerca la buena). ¿Este u oeste?

3 de julio de 2011

Microcuento IV: Amor

Se sacó el cuchillo. La besó, y se marchó caminando hasta donde su cuerpo resistió.