19 de octubre de 2009

Bichoja


El viento hacía soñar al otoño alzando su falda al aire y dejando ver sus enaguas de invierno, blanco y frío. Se arremolinaban en el aire y caían abrazadas al azar.
Bichoja, era el único que no había cambiado su vestuario de temporada, que seguía prefiriendo el atuendo de primavera que al de otoño, había intentado pasarse a verano pero sus tonos amarillentos y anaranjados le ruborizaban, por lo que se quedó con la moda de la verde primavera. Así todas y todos sus vecinos se preparaban para la temporada viniente, mientras que él en sus trece se les quedaba mirando pasmado e incrédulo como se cambiaban de ropa. Cuando llegó lo marrón, vio como tomaban sus humildes cosas y se lanzaron al vacío con sus mejores galas a presumir por doquier sus atuendos.

Nunca había notado tanto el frío como cuando todos y todas abandonaron la rama. Quizás fue la soledad del árbol o el frío de la propia rama deshabitada, pero llegó el día en el que Bichoja se precipitó al azar. Primero planeó cayendo en tirabuzón y poco después con suavidad extendiendo sus piernas y brazos hasta tocar con su barriga el suelo. Sorprendido sintió calor en su vientre. Apoyó su mejilla restregándola suavemente, y cerrando los ojos... Se durmió.

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