31 de diciembre de 2009

Feliz 2010

¿Dónde está el pedazo que me falta?

24 de diciembre de 2009

Pavomán dice...

Pavomán dice... 2010!
...felices fiestas y buena suerte!

19 de diciembre de 2009

Greguería de autor III

La mentira es la envidia de la verdad.

11 de noviembre de 2009

Pensamientos en las Madrugadas IV

P. ¿Qué rompe la fantasía del perfecto sueño?
R. La cruda
realidad imperfecta...

27 de octubre de 2009

La sal de la tierra


Pues este blog cada día se sabe menos de que va, creo que por eso me gusta.
Bueno, la ilustración de arriba es para un ciclo de cine, Mujeres Insumisas, que se da cada año en el DF y es de contenido de género. La ilustración hace referencia a la película "La sal de la tierra" de 1954. Altamente revolucionaria en su guión; y cuya proyección se encontró con muchas trabas, creo que fueron solo ocho salas las únicas que proyectaron la película en todo EEUU, por aquel entonces.
Para que sepáis un poquito el sentido de la imagen y la película es que, un tema constante, en el filme esla igualdad de géneros que se sucede a raíz de una situación social dentro de la marginación (impuesta) y resulta ser una constante que se vuelve en un momento dado hilo conductor y en el que acaba ocurriendo un intercambio en los papeles sexuales de la sociedad, preestablecida, ojo que hablamos de 1954...
En fin, una película interesante para ver, no es la bomba, pero sí que es interesante.
Cuando tenga las invitaciones impresas y con el diseño aplicado, lo subo.

*No pongo el link de la imagen del Flickr porque el tamañño que me da, o se me sale de la plantilla o se ve muy pequeño... pero ya todos saben cómo llegar.

19 de octubre de 2009

Bichoja


El viento hacía soñar al otoño alzando su falda al aire y dejando ver sus enaguas de invierno, blanco y frío. Se arremolinaban en el aire y caían abrazadas al azar.
Bichoja, era el único que no había cambiado su vestuario de temporada, que seguía prefiriendo el atuendo de primavera que al de otoño, había intentado pasarse a verano pero sus tonos amarillentos y anaranjados le ruborizaban, por lo que se quedó con la moda de la verde primavera. Así todas y todos sus vecinos se preparaban para la temporada viniente, mientras que él en sus trece se les quedaba mirando pasmado e incrédulo como se cambiaban de ropa. Cuando llegó lo marrón, vio como tomaban sus humildes cosas y se lanzaron al vacío con sus mejores galas a presumir por doquier sus atuendos.

Nunca había notado tanto el frío como cuando todos y todas abandonaron la rama. Quizás fue la soledad del árbol o el frío de la propia rama deshabitada, pero llegó el día en el que Bichoja se precipitó al azar. Primero planeó cayendo en tirabuzón y poco después con suavidad extendiendo sus piernas y brazos hasta tocar con su barriga el suelo. Sorprendido sintió calor en su vientre. Apoyó su mejilla restregándola suavemente, y cerrando los ojos... Se durmió.

7 de octubre de 2009

Me gusta el DF al alba


Últimamente me siento más cerca del principio (y eso es bueno).

Arròs covat


Hoy Mr. Dancubus me pasó un enlace para descubrir una serie hecha por Juanjo Sáez, Arròs covat. Genial mires por donde la mires. Ya había oído hablar de ella, pero con eso de vivir tan lejos de todo..., pues como que no le puse el interés que le debí darle.
Lo siento por aquellos que no hablan catalán, porque no tiene desperdicio. Para los que sí, disfruten y vean.

2 de octubre de 2009

La araña

La araña
Recorriendo su tela
esta luna clarísima
tiene a la araña en vela.

José Juan Tablada
Ilustración producida en el curso de ilustración al que estoy asistiendo.

26 de septiembre de 2009


Echando de menos a los buenos amigos...

22 de septiembre de 2009

EL sueño de las legañas

Se acomodaban viscosamente, mullidos en los vértices. Allí, en donde parten los barcos de los sueños. Donde la maldad desaparece para dar paso a la dulzura de la inocencia. Es ahí mismo donde se mecen y descansan reparando las heridas del alma. Duermen juntos y pegados por miedo a perderse si se pierden de la mano, si se pierden en el frío de estar separados. Se besan los párpados dejando sus babas en estos, cosechando así, lo que sera su simiente, que nada más nacer se abalanzarán sobre ellos, anclados en el vértice. Ahí, donde duermen, cada uno de los nacidos le susurrará a los párpados sus sueños vividos, para que sus palabras se conviertan en imágenes sin sonido siendo así estos pequeños, sus sueños no vividos. Después, de haber narrado con exaltación su vivencia y liberada su agitación, son invadidos por el cansancio e insomnes se acurrucan en los vértices junto al calor de sus padres. Cuando el último de los nacidos cae rendido sobre sus hermanos y hermanas; la noche, en el momento de morir, los congela para protegerlos de la terrible realidad que es la luz.
Y es cuando despiertan los párpados que se realizan los sueños de las legañas, que sin saber, les narramos susurrándoles con los párpados...

17 de septiembre de 2009

El orugón volador

En algún lugar de la inmensa pradera, había una comunidad de orugas tejedoras de seda; la mejor de la región. A diferencia de todas las demás orugas, éstas se habían resignado a no convertirse en mariposas por las ganancias que les reportaba el hilo que producían. Y el negocio era próspero, competían con las arañas en calidad pero ganaban en cantidad pues estas eran incapaces de organizarse, pues como es bien sabido poseen un fuerte carácter individualista. Un día, que la demanda excedía la capacidad de la comunidad, su gerente, una oruga mayor, arisca e exigente estaba agobiada por la cantidad desorbitada de seda con la que debían cumplir, tanto fue así que ésta que en la lengua de las orugas se llamaba Fffufffhhc, pero que era conocido como Orugón; pues si llegó a ser gerente no fue porque fuera el mejor ni el más eficaz o eficiente sino porque era el más grande y era tal su imponencia que nadie nunca se atrevió a llevarle la contraria, no obstante ello no lo convirtió en un tirano pues como nunca se destacó por sus virtudes sintió como un premio su ascenso como gerente de la sección. Tal era su gratitud que era el que más se exigía ya que no tenía una familia que le esperara en su casa, razón por la que se pasaba las horas en su sección, consiguiendo así que su planta fuera la más prolífica de todas.
Esta situación fue la que llevó a Orugón a su génesis, que es la que esta historia nos trae. La fama que se había construido Orugón era tal que la producción le sobrepasaba, y tal fue la situación y el miedo a fracasar que por iniciativa y para cumplir con la cuota tomó la decisión de ponerse a producir seda junto con toda su sección. Todos se sintieron aliviados al ver a tal inmensa oruga bajar las escaleras. Todos pensaron que algo de tal tamaño debía de ser capaz de producir una gran cantidad de seda, por lo que todas las orugas respiraron aliviadas y se pusieron a trabajar con más ganas.
Orugón se puso patas a la obra y a producir seda. Lamentablemente para Orugón que llevaba tanto tiempo sin trabajar como oruga que al volver a hacerlo su seda salió disparada por toda la sala, golpeando a toda la planta y tirando todo que se le puso por delante, con la intención de controlar la situación y evitar así más daños apuntó hacia arriba, cayéndole encima toda su seda acumulada durante meses. Todos inmutados, observaron cómo de la seda caída sobre Orugón le empezaban a nacer alas. Cuando Orugón vio el desastre que había ocasionado y viendo que no alcanzaría a la producción demandada, desplegó sus alas y alzó el vuelo dejando a la planta plantada.

Ilustración nacida en el curso de ilustración infantil al que estoy yendo.

7 de septiembre de 2009

Todo está como debe; 2+6=8

Es inevitable que pasen los años. Y con esto quiero decir que hoy cambio un dígito en mi cifra de la edad, la verdad es que no me importa mucho. Estoy satisfecho vamos. Mis pies están más lejos de lo que jamás creí que serían capaz y sé también que es sólo el principio. También soy consciente que estoy muy lejos de mi hogar, y que a veces me siento un poco solo, sólo un poco. Y que es raro estar muy muy muy lejos de gente con la que antes estaba muy muy muy cerca. Pero son cosas de cada uno.
Bueno, estas palabras son sólo para dar las gracias a todos y todas, hermanas, familia, amigas (la mayoría manda), amigos, personas especiales que abundan a mi alrededor y mis almas gemelas que andan en las otras partes del mundo por ser igual de parecidos, a pseudo-hermanos y pseudo-hermanas... por estar o no ahí cuando hacen falta y si no por lo menos para reírnos cuando hace o no hace falta. Mis veintiséis sois vosotros, gracias ;-)


Esta felicitación es una postal de mi querida amiga Inés.
¡Gracias! No me cansaré de dártelas, jajaja.
Tan genial como siempre, sigue así.

Y para cerrar el episodio egocéntrico del día que además nadie me lo puede negar hoy...
Según el calendario de poemas de M. Benedetti correspondiente al respectivo día de hoy, siete de septiembre del dos mil nueve, es el siguiente:

Las caricias de los sueños
que son prodigio y encanto
adolecen de un defecto
no tienen tacto.

Que tengan un bonito día.

25 de agosto de 2009


¿Y yo qué hago aquí?
(esa es la pregunta)

23 de agosto de 2009

Personas I: Pedro

Era tarde-noche en Tlatelolco. Las distancias mal calculadas me obligaron a caminar hacia un metro que ignoraba su lugar; sabía que la zona no era la idónea para ir caminando pero me daba igual... Avanzaba sin música, tan sólo atento al sonido que me rodeaba. Los mendigos me mendigaban sin esperanzas. Pronto me di cuenta que uno se me estaba acercando persiguiendo mis pasos. Por mi cabeza pasaron mil situaciones, mil pensamientos. Se me puso hablar con timidez. Su voz era suave, se le veía joven. Me pidió acompañarme hasta la alameda, acepté; aún no sé porqué. Pedro, era aunque siga siendo, un joven de treinta cuatro años que aparentaba veintidós, originario de Sinaloa. Como tantos otros había venido a la capital en busca de prosperidad, los que estamos en la capital sabemos que no hay más prosperidad que la que está lejos de la urbe. Hablaba tranquilo, pausado, como si las palabras las fabricara antes de pronunciarlas como si las leyera torpemente. Nunca temí que me hiciera algo, dentro de su aspecto sucio y raído él en ese momento era curiosidad, inocencia e ignorancia. Yo en cambio era comedido y cauto. Anduvimos juntos y nos perdimos, era curioso como la gente nos miraba, y más extraño que pidiéramos indicaciones o más bien que él me acompañara en lo que yo pedía indicación. Me contó sus metas, quería ser mariachi, ganar dinero y ayudar a su familia, creía poder prosperar rápidamente... espero que así haya sido. Finalmente, conseguimos llegar a la alameda y se volvió a preguntar mi nombre de nuevo, creo que intentando no olvidarlo. Luego me preguntó si tenía celular, le dije que no. Nos despedimos cordialmente estrechándonos la mano y él me dio la espalda con las manos sin números con los que volverme a ver.
Yo anduve cabizbajo pensando en la de personas que me iba a encontrar en mis viajes, y en cómo me influenciarían. Luego una sonrisa se me dibujó en el rostro porque pensé que había hecho algo que no debía si hubiese sido sensato, pero nadie contó con que dejé la sensatez en una caja antes de partir.

21 de agosto de 2009

Como gotas de agua

Mírate y mírame. Somos como dos gotas de agua...
Completamente diferentes.

14 de agosto de 2009

Sobre los sueños

El hombre necesita sueños para seguir soñando; para seguir viviendo.

8 de agosto de 2009


mis amigos y yo no queremos crecer...

3 de agosto de 2009

Y a veces pienso...

El amor es la heroína de la curiosa soledad.

amor.

(Del lat. amor, -ōris).

1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.

2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.

4. m. Tendencia a la unión sexual.



heroína
2.

(Del fr. héroïne).

1. f. Droga adictiva obtenida de la morfina, en forma de polvo blanco y amargo, con propiedades sedantes y narcóticas.


soledad.

(Del lat. solĭtas, -ātis).

1. f. Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.

2. f. Lugar desierto, o tierra no habitada.

3. f. Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.

21 de julio de 2009

Julieta dixit:

"No hay nada como salir con bragas limpias de casa..."

18 de julio de 2009

Carlos Cros + Sidonie + Sidonie/Carlos Cros



Por fin, y tras mucho tiempo de no poder coincidir con ellos he podido ver en concierto a Sidonie, y como feliz sorpresa Carlos Cros (sin sus 400 Golpes) como telonero, así que doblemente disfrutado.
Poco más puedo decir.
En pocas palabras:
Buen concierto (gratis), increíble Cros, auténticos Sidonie y, simplemente, genuinas ambas partes juntas.
La única pega, mucho catalán fresa suelto, es lo que tiene Menorca en verano...


La puesta en escena es pecualiar, pero no decepcionan.
Mucho polvo de estrellas había en el ambiente.


Cros dándolo todo, qué grande.


Varanasi, Sidonie goes to Varanassi...


Actuación inédita de una de las canciones del nuevo disco, La Sombra.

¡Abuela!


Simplemente soberbio...

11 de julio de 2009


la esperanza..., hija de la muerte


el pijama de la luna

8 de julio de 2009


el último dragón volador

familia.

(Del lat. familĭa).
Derivada del Hosco famulus, sirviente, que deriva de famel, esclavo.


4 de julio de 2009

La ciudad salada

El viento de Sahara había mandado una ola de calor que pocos resistían; los ancianos fallecían y los niños agonizaban mientras que los adultos maldecían su suerte. Era un viento negro que en las noches se llevaba con su mano de negra muerte a los grillos titubeantes entre todos los hombres y mujeres. Sofocante eran los días en aquellos lugares en donde por azares de la naturaleza o por divina maldad la línea de la vida, escritas en las palmas de las rocas, era acribillada con tosca ansia y sedienta violencia desatada. Venganza del tiempo y justicia ciega, desnivelada. Cada temporada anacrónica del clima estival lapidaba brutalmente a la región, con especial vehemencia a Acronem. Una pequeña meseta sobre un océano de arena, donde hace mucho tiempo atrás se encontraba la extinta Iberia. En Acronem, de habitantes seniles y de tez oscura, dura y agrietada, se vive de la pesca de sal en la costa Posmesa que corresponde al litoral del territorio del norte, donde aún se encuentra comida de forma soportable en el único momento del día en el que se puede conseguir, en el cenit solar de Acronem. El día es silencioso, es mortal. Por la noche siempre se celebra una despedida brindando con agua del pozo, del que cada vez ya sea por la evaporación o por las olas de médanos cuesta más extraer, para suavizar la salada agua con las que los despedidos les brindan. En raras ocasiones se celebra una noche sin despedidas, es entonces cuando los niños danzan alrededor de las hogueras danzantes mientras que los hombres y las mujeres pueden mirar al cielo estrellado sin mares que se les interponga ante la mirada de los reyes caídos. Al caer la noche todos sucumben ante el alba, y tras de eso corren a enterrarse en vida hasta que la salada muerte les invite a salir.

29 de junio de 2009


la levedad del ser
foto by Posum

1 de junio de 2009

Pequeña chica azul

A ver, he sido nominado por mi hermana Julieta a escribir un relato con las palabras; vida, amor, literatura, sexo, cine y viaje.

Espero haber cubierto las espectativas.
Y como es mi correspondencia, ahora me toca nominar.
Y los nominados son...

A mi buen colega Dancubus y su blog diseñil.
A Imeta, y... (joder, tienes un montón de blogs pero creo que elijo el adecuado) su blog de palabras sueltas.
Y a mi amiga la Moluscosa, que últimamente postea poco.

Espero vuestras participaciones.
Cuidaos mucho y suerte con el reto.


"Pequeña chica azul"

Los pequeños focos de la barra iluminaban de forma cálida las oscuras vetas. Cada foco era la burbuja particular de cada uno de los que estaban apoyados en el suelo de su realidad. La lluvia caía afuera con sádica violencia. Era azul. La lluvia era azul. La lluvia era azul hasta que la luz fluctuó y el neón de la entrada se apagó. Un estruendo hizo vibrar los cristales y tras el centellear de un rayo caído, la vida perceptible fue asesinada. Nadie se inmutó. El tipo del piano seguía tocando notas pausadas, melancólicas. El humo que reinaba era el traidor de los revisores, del cine estroboscópico en el que se había convertido el bar, que con sus cigarrillos iracundos se iluminaban el cansado rostro.
El pianista empezó a cantar un blues, que más que cantar era un susurro lo suficientemente alto como para tenernos atrapados con frases simples…

¿Por qué alguien no enviaría a un tierno chico azul?
Para animarte pequeña chica azul…

Debía de ser un tipo azul, un tipo que jamás debió encontrar a una pequeña chica azul. Un tipo que me hizo pensar que todos los del bar estábamos igual. Un relámpago me hizo familiarizarme, cada vez más, con todos los desgraciados que me rodeaban. El whisky, de garrafa, se había vuelto a acabar en mi copa. Me la rellenaron. Di media vuelta en el taburete giratorio y encendí otro cigarrillo, quedaban pocos. La luz volvió por unos segundos y volvió a morir. En ese lapso de tiempo el pianista ni se enteró, pues tocaba con los ojos cerrados mirando hacia arriba, quizá mirando a su pequeña chica azul. Volteé a mirar a los otros desgraciados. Cabizbajos, perdidos en sus viajes o en un único viaje. Quizá pensando en pagar por sexo esa noche, como las anteriores, para olvidarse aunque sea por una hora de su desdicha. Creo que éramos todos unos auténticos antihéroes, de esos de los conocimos en los cómics o tal vez, más ahora, a los que nos obligaron a leer en clase de literatura cuando éramos unos críos. Pero en todo aquel ambiente había una cosa que era evidente, aquellos que llenábamos aquel bar no cogíamos un libro a menos que fuera el Kamasutra o fuera una revista pornográfica y que no tuviera muchas letras…

Maté a mi mejor amigo. Me aproveché de él hasta su último aliento. Y lo estrellé contra el cenicero.
La tormenta se devoraba a la noche. El pianista había terminado la canción, pero volvió a susurrarla. Yo me levanté. Me acerqué a él, le di dos palmadas en la espalda, me miró con una sonrisa, y salí por la puerta comprendiendo que de todos los menesterosos de aquel bar, el único que había probado el amor había sido él, y por ello era mejor que nosotros.

Caminé, y la lluvia mojó mi libro.

20 de mayo de 2009

Nos-Fer-Ato

Nos-Fer-Ato
Segunda pieza para la exposición "Monstruosa adolescencia" que estoy preparando, en xilografía, para dentro de un mes (más o menos). Puede que suba más, pero para el resto habrá que esperar hasta la inauguración de la expo ;)

19 de mayo de 2009

Pensamientos en las Madrugadas III

Cada noche es igual a la anterior y a la anterior y a la anterior… Negra, vacía, lejana. Los huecos que en el día se llenan con la inmensa nada en la noche los invade la espesura de lo intangible. Esquinas muertas, aristas hirientes, ventanas frías. La estancia, quien le empuja a escribir estas líneas en la madrugada de su insomne noche, es la cueva en donde se deja de ser hombre para ser el ser que es. En la oscuridad, en donde su cuerpo no es cuerpo sino tangible invisibilidad, sólo queda la esencia del ser que es, un solo ser, un ser solo ante el gran todo palpable y oculto de un único universo, el verso de su vida única que pudiera englobar a todas las demás pero que no lo hace por ser su universo egoísta. Una galaxia aparte en una caverna oscura y sombría que es un universo en sí misma. En donde no hay sonda viajera ni luz de estrella viva que indique el fin de este cosmos en expansión. Su nave de los sueños está estropeada y va a la deriva en la espesa tinta de sus versos, naufraga soñando sin poder, en alcanzar el blanco papel por el que surcar su propio camino…

18 de mayo de 2009


Las lenguas de las mariposas.

15 de mayo de 2009


El GRAN tesoro de Bender... ¡!

Serenata feliz



Andaba pesado. La estampa era una figura oscura, diminuta, avanzando en contra del polvoriento viento alzando a su antojo la ruana que le protegía en vano. El camino de polvo y piedra amarillenta había desaparecido, quizás escondido. Para sus adentros y en baja voz canturreaba con el miedo a ser descubierto por la gran desolación que le rodeaba:
“soy feliz…, soy un hombre feliz…”.
“…espero que me perdonen…”.
Y silencio. Sólo quedó el crujir de su pisar sobre la tierra inerte.

El sol caía y a lo lejos comenzaba una zona de seco bosque calvero.
Cayó con el sol y el fardo. Con poco espíritu recogió ramas y troncos muertos; prendió una hoguera. El viento seguía soplando pero con la resignación y el consuelo de no darse por vencido, y el fuego bailaba.
Sacó del atadijo un trozo de pan y algo de queso. Comió en silencio.
El fuego se extinguía cuando lo avivó con varios troncos, después cogió su bulto y usándolo de almohada se cobijó con su capote tarareando la serenata a las estrellas.

La madrugada lo sobresaltó. El frío viento había abatido al fuego y se crecía. La oscuridad reinaba a su alrededor, y en él. Vacío. La estrellas parecían lejanas y malvadas. Se enderezó para enfrentarse a su enemigo invisible, imbatible. Impotente se sentó cansado, abrazó a su fardo de esparto y balanceándose comenzó a musitar…
“… soy un hombre feliz...
… y espero que me perdonen…
… los muertos de mi felicidad…”

14 de mayo de 2009


Piedra vieja, piedra sabia...
Tanto es así que hasta la cara da.

13 de mayo de 2009

Gregería de Autor II

El mosquito es el anestesista más eficiente que hay; cuando te quieres dar cuenta ya se ha ido.


Encastillado ocaso de un día de infancia.

12 de mayo de 2009

Zapatero a tus zapatos...


Últimamente ando algo disperso...
Por cierto el de la foto soy yo.

11 de mayo de 2009

No Data

Hacía dos semanas que le habían robado su cámara, andaba como loco; inquieto las veinticuatro horas del día. Miraba convulso todas las cosas intentando memorizarlas de alguna manera. Pero aquello le martirizaba. Debía pensar constantemente en no olvidar esa o aquella foto que no tomaba porque no tenía la cámara que lo liberara de esa preocupación. La de olvidar de dónde viene. Para los amigos de Rogelio aquello era una tortura burguesa. Muchos le restaban importancia a la situación. “Es sólo una cámara Rogelio”. “No seas tan materialista”. Y en realidad no era materialismo lo que padecía. Pues pocos entienden lo que para Rogelio era su cámara. Con ella atrapaba su historia. Él nunca imprimió sus fotos y siempre esperaba a que su memoria estuviese llena para vaciarla en su computadora. Nunca revisaba las fotos después de guardarlas. Para él, su fotografía era el momento en el que cuando ya hubo encuadrado y disparaba, se revelaba automáticamente en una miniatura de LCD impregnando la escena en su retina en tan sólo cinco segundos y después se destruía, no literalmente sino en la relevancia para Rogelio. Su foto, su postal se transfería a su recuerdo, el recuerdo de haberla tomado, de haber hecho suyo y en exclusiva ese recuerdo. Era capaz de detener el tiempo cinco segundos. Cinco segundos, los que le ganaba al cruel tiempo que le arrebata insaciable y constantemente sus recuerdos más íntimos, los más preciados…
La pregunta que al final de las dos semanas todos se hacían era: ¿Porqué no se compra otra?
Y la respuesta, conociendo ya a Rogelio, era sencilla. La cámara fue un presente de un pasado, ya olvidado o más bien perdido…

4 de mayo de 2009

François y Mr. Corcobado

Hace unos meses descubrí a Javier Corcobado, un tipo peculiar, me gustó porque se parece a mí, jajaja. Escribe oscuro, escribe sexo y además no le queda mal.
Sin duda me gusta. Pero el gran tesoro de su último disco, titulado "A nadie", es un tema que ha venido a desterrar a la famosa canción de Albert Plá, El sol del verano.
Aquí os la dejo, François de vacaciones:

21 de abril de 2009

Amófora

El papel en blanco y variadas salpicaduras de tinta negra era el resultado de varias horas de humedecer la pluma intentando forzarla a escribir… No había forma. Bloqueado. Cerrado. Obtuso. Noqueado. Impotente. Impasible. Varado. Atorado. Muerte cerebral por más de dos horas. Muerte corpórea en unos días. Básico y simple, sólo era capaz de empapar la punta de la pluma en el tintero hasta ahogar a sus dedos con ella. Gustave no era así. No lo era.

Dos días antes, o acaso dos semanas o meses o tal vez años… antes.
Gustave recibió una carta de un buen amigo, un tal señor desconocido para mí. En ella un puño agitado hacía zozobrar a la letra en el mar que era el papel. Los ojos entornados del señor G se concentraban en cada una de las acentuaciones y puntuaciones. Cuando hubo terminado, se alejó el escrito de la vista, con un suspiro y a la vez que transformaba su mirada con un grito agarró con sus dos manos el papel, lo hizo una bola y lo lanzó a la papelera mientras que él se tornaba sobre sí y salía del estudio con un portazo tras sus pasos. Los sirvientes, inquietos ante tanta ira y mirándose entre ellos, temiendo alarmados que la paz que desbordaba su señor hubiera sido truncada por siempre. Las miradas, las temerosas, buscaban a Gustave buscando su propia tranquilidad.
Pocos minutos después del estruendo, y tras haber rondado por los pasillos próximos a su estudio, Gustave, se introdujo en un arrebato en su estudio, se lanzó sobre la pelota de papel, la deshizo y volvió a leer la carta. Después la guardó en su cuaderno privado, aquel que viaja con su corazón.

Dos días después, o acaso dos semanas o meses o tal vez años… desde que recibiera la carta.
No había podido volver a dormir desde entonces, de vez en cuando dormitó sin darse cuenta pero no dormía. Las palabras de aquella carta eran losas para su mente. Se sintió como el hermano pequeño de Atlas creyéndose su hermano... Suspiró y hundió por última vez la pluma en el tintero. Luego escribió:

“Querido amigo… no.
Querida Carmina…”

Suspiró con fuerza y continuó.
“Tus palabras me han conmovido, pero a un mismo tiempo me han condenado. Los sentimientos de los que me hablas los tengo desde que de pequeños saltábamos la pared alta de la Sra. Lindtberg para robarle sus naranjas, siempre fueron las más dulces. Había aprendido a controlar el latido de mi corazón al vernos. Había sido capaz de tenerte en mis fantasías y ahí éramos felices. ¿Por qué ahora?
Me regalas tu corazón sin condición y yo no comprendo la razón… Me regalas la obligación de quererte. De serte fiel, que yo ya lo era. Me ofreces someterme a tu amor, a quererme sin condición. Sin condición inicial. Me regalas la posibilidad de hacerte daño. De destruir tu esencia. Me regalas la oportunidad que una vez mía me canse y la aborrezca. Me regalas una vida con ataduras. Me ofreces todos los síes que tienes sin reservar ninguno para el mañana. Me regalas tu amor que es el mismo que el mío, pero que yo no te ofrecí por consideración hacia ti.
Me regalas tu corazón y yo te lo he de devolver porque ya tengo el mío, y aunque falla con frecuencia soy capaz de mantenerlo vivo. ¿Qué iba a hacer yo con dos corazones? Quizás podríamos intercambiarlos, pero… yo creo que me moriría al verte morir por culpa del mío…

Carmina, amor mío.
No puedo aceptar la hermosa responsabilidad que me ofreces. Pues siento que tu regalo es en realidad muerte para mí al ser, en el fondo, yo para ti.

Mi amor es tuyo aunque nunca lo tocarás.

Gustave.”

El punto se expandió, oscuro como el universo, cuando una lágrima sentenció la epístola.

A pecho descubierto

Llegó a mi vida como un relámpago en la noche, como el flash que se queda impregnado en la retina quemando a los indefensos nervios ópticos. Así llegó ella. Y tal que se fue me dejó como regalo sus costumbres. Yo dejé de ser yo, para ser por una parte, más ella. Me convertí en el demonio en el que ella se había convertido, en el que me había convertido. Me arrebató lo que me hacía ser yo como ser único, lo que me hacía ser un individuo único más. Destruyó en mi lo que me hacía ser feliz. Comenzó poco a poco. Me contaminó sus miedos por medio de sus labios. La inseguridad con las caricias. La incertidumbre con sus abrazos. Y cuando creí que ya no iba a más, me castró las palabras tocando mi corazón con la yema de sus dedos. Desde entonces lucho por exorcizarla de mi vida, de mis sentidos. No es veneno de amor lo que corre por mis venas, es el veneno de su ser en un cuerpo rebelde. Desde ese día, busco las palabras perdidas por el mundo, con vaguedad puedo conseguir elocuencia con vocablos huérfanos, pero algo siempre sale. Sin embargo, nada nace de mi corazón, me encuentro vacío, ahuecado como a una calabaza. Extirpó mi ser y cuando lo hubo conseguido se fue con ello sin saber como usarlo y fingiendo no haberlo hecho o no habiéndolo querido hacer…

Sentir; anhelar; que lo que uno es recorre el cuerpo hasta terminar en las falanges y de ahí saltar al papel analógico o digital. No es fácil sentir la ausencia de algo que era tan preciado. Puedo luchar, pero mi corazón está anulado y la fábrica ha cerrado, días de luto son los que se aproximan… Ardo en furiosa pira de sentimientos en estos mismos instantes… quisiera poder expresar la imperiosa voluntad de un Zeus, presentar el belicismo literario de un Ares y la agudeza de una Atenea. Pero mi corazón no bombea palabras sentidas al exterior, es como si mi capacidad de compartir haya dejado de existir, quizás o tal vez, sea la profanación de un ciego pagano quién hace herejía, quemando mi biblioteca de Alejandría.

Hay fiesta en los oscuros bosques de mi cuerpo y la hoguera que alimenta la celebración son los restos flamígeros de mi inerte corazón. Cenizas de algo que debía morir para renacer, quizás más fuerte, quizás más débil, pero diferente o quizás: tristemente indiferente…

18 de abril de 2009

Mirlos blancos surcan el horizonte

Una vez estuve en la ciudad de Merŭlus. Triste lugar. Sus habitantes, personas que alguna vez fueron algo. Las casas son de tierra fangosa, al igual que sus corazones. Todos visten terrosos y monótonos, sin vida. Vulgares. Se pasan la vida, y ratos muertos, asomados en la vereda del muelle viendo surcar en el horizonte a los mirlos blancos.
Encandilados por aquello que no son por observarlos.

15 de abril de 2009

Fhilipp Christ was a superstar





















No encontré la versión de la película, así que...

Jeka Magdalena

3 de abril de 2009

La ciudad ondulante

Septiembre estaba muriendo y con él, la naturaleza. Fileas y Nereida estaban sentados en la orilla de el lago Urugor, donde los castores se apresuraban con sus víveres arrastrados por la corriente. La naturaleza moría, y el sol comenzaba a ser trinchado por los punzantes y frondosos abetos de la otra orilla. La temperatura era agradable y tan sólo se oían a las cigarras y a las inquebrantables alas de las libélulas increpar la tranquila tarde de un estío moribundo. Fileas se había perdido en uno de sus típicos viajes de su mente, abstraído. Nereida paseaba su mano por una ondulación, en donde se encontraban sentados, dejando que su mano la acariciara cayendo abandonada en las precipitaciones, en las inmensas precipitaciones de su mente. Así estuvieron un rato.
–¿En qué piensas? –preguntó, de repente, Nereida a la estatua que lo acompañaba.
Fileas volvió de su viaje como si le hubieran arrebatado el ensueño más hermoso de sus últimos cinco minutos de sueño.
–En nada –habló la parquedad.
–Tus nadas están llenos de cosas que no son “nadas” para los demás… –Nereida había comenzado su sermón y estaba dispuesta a juzgarlo, una vez más.
–¿Alguna vez te he hablado de la ciudad ondulante? –Fileas le preguntó pausado, pensativo o de una forma que parecía estar observando una postal que no quería olvidar, interrumpiendo la retahíla de críticas que se avecinaban.
–No… – es lo único que pudo responder. Jamás le había sucedido que Fileas le compartiera algo sin pedírselo antes.
–Se llama Cymŭla, ¿sabes?– le preguntó retóricamente–. Hace mucho que fui. Para llegar hay que pasar tres días de hambre a través del bosque de Esvank. No te gustaría ese lugar, todo está muerto. Después de eso no crees que pueda haber nada más que muerte al final. Pero no es cierto. El final del bosque es invisible y sólo descubres el final cuando ya no estás en él. Es entonces cuando contemplas emocionado, no sé si por el miedo a perderse en la espesura de lo oscuro o por la hermosura del lugar, a Cymŭla. Un valle regado y fructífero, jamás vi algo así…

Fileas hizo una ligera pausa como si volviera a estar allí, como si volviera a abrumarse. Nereida escuchaba atenta, no quería perder ni un detalle.

– Cymŭla –siguió– se encuentra en un valle. Es una ciudad vasta como pocas. El camino que conduce hasta ella es sinuoso como el cuerpo de una serpiente. Descendí por un sendero zanjado por cientos, qué digo cientos, millares de espigas que convertían a la ciudad en una isla en un mar de oro viejo. Aún recuerdo lo delicioso que era sentir la caricia de éstas al pasar la mano por encima en el lento caminar hacia el corazón de la urbe. Cymŭla no se puede describir con las palabras de nuestro lenguaje, hacerlo sería hacerle injusticia, pero por una vez seré injusto con ella pues injusto es también para mí el no poder volver… Sus calles son de piedra vieja, éstas se encuentran fraccionadas a cada cuadra, es decir, cada cuadra se encuentra unida y segmentada a un mismo tiempo. Sus edificios son hermosas esculturas de piedra negra, grandes obras de artesanía sin uniones ni solapamientos, el mismo edificio es la propia tierra y no por ello carece de ornamentos ni de gusto estético, sino todo lo contrario. Es embelesarte a otra época o a muchas épocas en todos los edificios en cada edificio. La gente de Cymŭla, son gente que nunca mira a los ojos pues los hay tan altos y tan bajos que ya desistieron en dicho esfuerzo hace largo tiempo. No obstante son aguerridos de corazón y en sus empresas más cotidianas dan lo mejor de ellos mismos. En otro tiempo fueron personas miedosas y desconfiadas, nunca supe qué pasó ni porqué cambiaron, pero lejos quedó ese temor y su debilidad. Ver un atardecer desde sus almenas… es contemplar la verdadera muerte del sol. Desciende cansado, y el mar de espigas le da coartada reflejando y multiplicando su luz. Por un momento alcanzas a ver el atardecer al mediodía, después de caer el rey sólo queda la impregna de su luz, por horas, en tu retina. Llaman a Cymŭla, la ciudad ondulante, ¿sabes?– habló la retórica nuevamente–. Nunca entendí completamente a qué se referían cuando me hablaban de ello, siempre me respondían: “Porque se ondula”. Un día desayunando poco después del alba, en Cymŭla se duerme poco, los cuernos de los almenares que colindaban con el bosque de Esvank empezaron a tronar en los cielos y en la roca viva que era la ciudad. Sin duda, aquel estruendo no debía de ser nada bueno pues todos, altos y bajos, corrían calle abajo y calle arriba. Uno de sus habitantes entró en la casa, abrió una trampilla y bajó con un candil que tomó y encendió sobre la marcha. Le seguí curioso, o quizá temeroso. ¿Temía acaso el ruido de aquellas almenas? Bajé. Vi como a cincuenta de los altos y bajos sentados sobre unos velocípedos con engranajes que a la voz de un director se pusieron a pedalear al tiempo. Todo comenzó a crujir y a caer piedrecitas y polvo sobre todos. Huí temeroso, o quizá curioso. ¿Era acaso por la protección que me cobijaba? Salí. Cada manzana entera se comenzaba a desnivelar de forma paulatina y con mayor rapidez. Corrí. No sé cuanto, pero corrí hasta alcanzar a la almena principal que también se movía. Tras muchos tropiezos llegué. Continué corriendo escaleras arriba. Crucé el curtido arco de piedra, pues tampoco habían puertas, y me asomé. No di crédito a mis ojos. La ciudad se ondulaba. La isla en el mar de oro viejo se convertía también en mar… Me había convertido en un náufrago de la piedra y la espiga. Mucho rato después los cuernos descansaron y yo fui rescatado.

–…–.
No hubieron más palabras para Nereida.

25 de marzo de 2009

De cualidades

De entre todos mis defectos tengo la virtud de no ser perfecto.

16 de marzo de 2009

Días grises


Todo estaba gris; estaba triste. Roland manejaba tranquilo, perdido en la línea que lo abandonaba en el horizonte, más allá de donde yo podía llegar. El mar no brillaba estaba apagado con un azul marino inerte y cadente de blancos. Algún coche, a veces blanco otras azul cerúleo o rojo carmesí, perturbaba la armonía del manto de tristura sobre Boca del Río. Yo me perdía en la riqueza cromática de la melancolía, tan rica, que era imposible no estar triste sin estar en paz... Los asientos invadían de calor mi espalda y resultaba una sensación acogedora, haciendo nacer en mí una dulce seguridad, un sentimiento de protección. Mi cabeza reposaba sobre el respaldo de mi asiento convirtiéndome en un autista: mudo, observador e inexpresivo, y tan sólo mis ojos iban y venían entre farolas de carretera, peatones fugaces y edificios bajos erosionados por el tiempo y el miedo. El viento entraba corriendo a refugiarse de Eolo, enfureciendo a mi cabello hasta transformarlo en Medusa... Roland subió las ventanillas. En ese momento, el calor se hizo más perceptible. Estaba en el resguardo de mi infancia. Y con ese cálido vacío naciendo de mí, una canción empezó a brotar con la misma delicadeza con la que surgía mi letargo. Por un instante cerré los ojos y mi cuerpo, el de mi mente, comenzó a fluir a flotar a transpirar todos los miedos. Cuando los abrí ya no era yo, ya no estaba allí. Pude verme reflejado en el cristal, ahora yo también era gris, formaba parte de Boca del Río y, mi persona, volvía aún más hermoso el melancólico tinte gris en el que nos abandonábamos. Roland jamás habló. Yo callé.

7 de marzo de 2009

Lupus Kid

Lupus Kid

El niño lobo, ha vuelto...
La xilografía me mola XD

3 de marzo de 2009

La flor desterrada o la envidia del jardín

La flor desterrada o la envidia del jardín

En el jardín de las caracolas, había una flor, bueno en realidad habían muchas flores pero lo que la hacía única a esa flor es que tenía nombre, a diferencia de sus congéneres. Norberto, el jardinero, un día se la encontró casi muerta en una vereda de la carretera nacional, sabe dios ya de donde. La cuidó y mimó, y para alentarla la premió con un nombre con el que darle ánimos. Indil, que así se llamó, sano rápido y extendió sus pétalos para Norberto. Aún después de haber sanado el jardinero siguió llamándola por su nombre, despertando así las envidias de todo el jardín. Pasó mucho tiempo y las cosas seguían como el primer día para Indil. Lo curioso de que las cosas sigan como siempre es porque en breve, dejarán de estarlo. Y así fue, como al día siguiente del día de como el primer día, Norberto, que siempre fue un hombre tímido y recatado, aparecía acompañado de una hermosa mujer colgada del brazo. De pronto, la inocente voz de la mujer pidió con caprichosa dulzura, una flor. Oído esto, todo el jardín alarmado empezó a agachar las cabezas para pasar desapercibidas, pero Indil, curiosa y feliz por Norberto, no lo hizo. La mujer la avistó, curiosa con su atención al viento, y enseguida dijo: “Quiero ésa”. Norberto la miró con tristeza, e Indil sin entender nada fue desterrada. Y así, el jardín de las envidias volvió a ser feliz.

Ilustración para mi hermanica mayor, Silvia, que anda jodida por las envidias.
Sister, para eso lo mejor es coger las maletas y plantarse en otra parte.

8 de febrero de 2009

De miedos, de héroes y de vencidos

Tomás siempre tenía la misma pesadilla antes de dormir. Justo cuando su mamá le sumergía en las penumbras con el quejoso clac de la luz. Era entonces cuando sentía que los monstruos de las sombras se abalanzaban sobre él apurando al máximo la oscuridad para atemorizarlo. Durante un tiempo reparó la situación reaccionando con un inmediato y alarmante chillido de terror que hacía que su madre inmediatamente diera a luz. Pero con el tiempo no le quedó otra que cambiar de técnica, y tal se basaba en adentrarse en la oscuridad antes de que ésta llegara. Así pues, desde cierto día y con la colaboración de su mamá, cuando recibía el beso de las buenas noches, inmediatamente cerraba los ojos con toda la fuerza que sus párpados le permitían; y cuando los abría…., ya estaba dentro.
Pero así fue como, sólo, consiguió huir de sus oscuros asaltantes. Cuando ya se encontraba inmerso en la oscuridad, veía todo un escalofriante mundo de confusas formas que nunca podía definir y que nunca se movían, tan solo le observaban. Pese al terror que le causaban, se había acostumbrado a ellas, pues pensaba que si no le habían hecho nada aún es porque le tenían miedo, lo cual era un pensamiento totalmente obvio. Fue así cómo se acostumbró a la criatura del armario que le miraba de forma sombría y que tan sólo cuando pasaba un coche por la calle podía ver sus ojos resplandecer, y al invisible ser que de vez en cuando le asustaba azotando las persianas. También se acostumbró a las arañas que se arrastraban por las paredes produciendo escalofríos a la casa y haciéndola rechinar, y a la NADA de debajo de su cama por la que siempre pasaba una fría corriente de tal forma que parecía que se lo quería llevar. Se acostumbró a la negrura, pues comprendió que habían terminado siendo amigos y ésta se volvía cada vez menos oscura.
Tomás jamás superó esos miedos, pese a que siempre los combatió como el mayor de los héroes de la épica Grecia. Simplemente resistió los envites durante cada noche refugiándose en su improvisada crisálida, y permanecía así hasta que exhausto, bajaba la guardia y se dormía.



Vídeo de la preciosa película, Nocturna, una aventura mágica.

6 de febrero de 2009

Gregería de Autor

El mago es un carterista exhibicionista.

17 de enero de 2009

La chica cocodrilo

La chica cocodrilo

La chica cocodrilo gusta de ir de discotecas con todas sus amigas, otras chicas cocodrilo. Toman su piña colada y cuando los jóvenes se despistan van y les muerden las piernas. Pero ella ya está un poco harta de eso y esta vez hizo algo nuevo...



Colaboración para el proyecto i, serie: asesinos.