25 de junio de 2006

Divendres 23 i Dissabte 24

Ritual anual, familia y amigos y siempre caras nuevas.
De las pocas noches en las que apenas pienso en cosas tristes.


Foto sin hermana 1

Foto sin hermana 3

PS: la hermana 2 no estaba

Utopías

Retomando de nuevo la vida, ¿o a caso abandonándola? En la distancia de lo que no considero mi hogar lo extraño estando en mi cuna. Se me queda pequeña, mis pies tocan los barrotes y mis rodillas se doblegan. La almohada ha perdido los sueños de niño. Y por encima mío ya no hay estrellas brillantes girando en mis insomnitas y oscuras noches. Mi casa no reside en esta tierra; no sé si la perdí en el mapa o si se la di a alguien que la necesitara más que yo (probablemente; el eterno altruista) el caso es que ahora me vendría bien. Parar, pensar, curar mis heridas (que son unas cuantas) y dormir sin sueños y despertar en uno que empiece con indiferentes gorriones piándome al renacer. Pero qué importa, si ya no tengo ese lugar. Vagabundo dice Martín Buscaglia. Eso soy; aunque no sepa ni quién soy ni de donde vengo ni hacia donde voy. Por ahora creo que imitaré a la naturaleza y seré como un caracol. Pero en vez de arrastrar mi casa, la cargaré en mi corazón y que me espere quien me quiera esperar.

Tributo a la ciudad II

Estatuas vivas. Latiendo sin movimiento. Invisibles ante los habitantes de las urbes. Ocultos y furtivos dan vida a los rincones olvidados, descartados. Son sombras sus habitantes. Son detonadores. Son la esencia olvidada del amor, que en cualquier momento y sin avisar encienden el autentico corazón de la ciudad; el que palpita generando cambios, produciendo una evolución. El que da sentido a la ciudad. Alguna vez serán descubiertos, otras en cambio seguirán en su ritual sin percibir el degenerado bien que hacen humanizando la grisácea piel de esta ciudad.

Otro ego

Cada vez que abre los ojos se hace siempre la misma pregunta: ¿quién soy? Al rato y como siempre se calza e inicia la rutina higiénica diaria. Al mirar su reflejo se cuestiona si hoy será afable o un alter nuevo. Es complicado distinguirse a uno mismo. A veces la educación te convierte en perversa falsedad, en otras, es la evasión de una situación la que encamina a otra personalidad. Así de forma escalada se generan máscaras de falsa realidad. Y es en casa cuando recoge el correo, y se lo lee con detenimiento, buscando alguna novedad, en la que pudiera intentar ser sí mismo. Y es justo cuando quiere ser él mismo que se le olvidó el cómo serlo. Y es en las noches de pared blanca en donde los fantasmas de su personalidad se manifiestan devorando cada vez un poco más las sobras de quien era. Cada mañana se levantará creyendo saber quién es, y es al preguntarse cuando nace la respuesta que es la misma pregunta.

Tributo a la ciudad I

Alzar la vista y respirar. Los edificios se saludan a cada determinada hora del día. Así todos y de forma cortés se ofrecen los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches; mediante palomas mensajeras, hojas impulsadas por susurros y reflejos que atraviesan la ciudad. Los bronquios de asfalto gris curtidos por la vida, por el tiempo, por los sucesos. Espacios en blanco en los que brotan las ideas, el ingenio y en donde inesperadamente nace la esperanza del extranjero.

Natural

El enfrentamiento era inevitable. Ante el ejército de enredaderas se levantaba una inmensa mole de piedra solemne, hogar de las ortigas salvajes y espinos. El ascenso fue iniciado, y mientras las enredaderas avanzaban en su lenta pero segura subida, las ortigas y espinos se formaban y se unían creando una barricada que pudiera contener al invasor. Llegada la noche el encuentro era inminente. A la medianoche, con la luna en lo alto de la bóveda constelada se levantaron y entraron en enmarañado combate. Los arañazos se sucedían entre duros forcejeos y las pequeñas ortigas se aferraban retorcidamente a las enredaderas dejándolas a merced de los espinos. Al alba, con el primer rayo de luz la batalla cesó. No había habido victoria, tan sólo un paso cortado por una majestuosa escultura orgánica.

Cubilátero

Existió una vez un ser poliédrico. Orgulloso y pretensioso. Tanto era así que nunca supo como era realmente. En ocasiones era pragmatismo puro, y en otras instinto animal. A veces luchaba hasta el final, y en otras caía en la más grande de las depresiones. Una vez atrajo el amor de una mujer. A veces diez, a veces mujer. Una vez él se enamoró, y otra vez se desamoró hasta volver a enamorarse. Otra vez fue el amor quien le atrajo a él. Y en confusión cayó. Un día se miró al espejo y en su rostro pudo percibir un plano más en su faz. Lo miró y lo tocó, se apretaba para ver si lo podía destruir o allanarlo, pero fue inútil, durante ese día estuvo sumiso en la desdicha. Pero al día siguiente se enfrentó al mundo radiante. Aún así en su interior, desconocía la forma real de su corazón, y como éste no era poliédrico, no podía evitar sentir los cambios radicales de su ánimo. Y una tarde, cuando se miraba en el espejo mientras se lavaba los dientes empezó a ver como su cara iba perdiendo planos. Al principio se asustó, pero enseguida se alegró. Cuando perdió el último plano, se sintió cansado, y se desplomó al suelo. Su corazón se había muerto, y él volvió en sí. Se lavó la cara y salió de casa.

23 de junio de 2006

Lágrima floral

¡Retuércete! ¡Retuércete! le susurra fuertemente mientras se retuerce. Su escuálido cuerpo se entorna sobre sí generando espirales concéntricas, naturales, orgánicas, vivas. ¡Un poco más! Se le escucha al susurro. Lágrimas brotan de sus ojos, ya no sabe si es el dolor, el no ver el final o si cuando llegue, realmente no haya valido la pena el esfuerzo. Pero el susurro le silba al oído, y recobra fuerzas. A lo alto puede ver una luz, un tapiz azul. Sus brazos antes rígidos y estancados ceden del cansancio, y finalmente se abre el telón. Mira por encima y una alfombra roja se extiende a lo largo de la pradera. Y de melodía una suave brisa que zarandea dulcemente los delicados cuerpos, y el ligero zumbir de las abejas en plena labor. El esfuerzo ha valido la pena, y piensa para sí que nada de lo que pudiera pasar podría hacer que se arrepintiera, justo fue el momento, en que el floricultor contento por el esfuerzo de la delicada amapola, la cogió de su tallo y se lo cortó. Pero ésta no lloró, y mientras se deslizaba entre la brisa al ritmo de su verdugo, sonreía y soñaba con morir decorando la melena a alguna hermosa doncella enamorada.

11 de junio de 2006

Lección 1

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa y le dice:

- Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia...
-Espera! interrumpe el filósofo ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que me vas a contar?
-¿Que tres rejas? pregunta el discípulo.
-Si, la primera es la verdad; ¿estas seguro que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? -No, lo oí comentar a unos vecinos...
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Lo que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad, no.
-¡Ah, vaya! la ultima reja es la necesidad ¿es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces dijo el sabio sonriendo, si no es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
(No hay nada como las palabras sabias) visto en La coctelera.


5 de junio de 2006

La mujer lechuga

Esbozando lechugas